Esta semana la agencia de calificación Moody`s ha rebajado el rating a la deuda española. Esta medida, que traerá consigo un encarecimiento del crédito para nuestro país, hace que nos preguntemos por la credibilidad de este tipo de entidades supuestamente independientes.
Las agencias de rating cumplen un papel fundamental en el proceso de intermediación del crédito y de desarrollo de los mercados de capitales. Su actividad se centra en dar seguridad a los inversores mediante el análisis de la capacidad de los deudores de cumplir con sus obligaciones. Todo ello, se realiza a través de la publicación de informes sobre el riesgo de invertir en empresas y Estados soberanos.
En la elaboración de sus informes se centran en distintos tipos de análisis. Se estudia el riesgo del sector, la cuota de mercado y las perspectivas de futuro entre otros aspectos. También se tiene en cuenta los estados financieros que ayudan a dar al inversor una perspectiva general de la situación de la empresa o Estado en el que esté interesado invertir.
Estos análisis terminan con la obtención de una calificación crediticia, que aunque varía según la agencia, puede resumirse de la siguiente manera: AAA sería la nota más alta, y así hasta la letra C o D que significaría que la deuda se encuentra en situación de morosidad.
Hasta aquí todo perfecto. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las calificaciones no significan una recomendación para comprar o vender un título, aunque teóricamente supone una opinión independiente del riesgo de una determinada entidad. El principal problema aparece con la escasa responsabilidad que tienen las agencias a la hora de emitir sus informes. Se puede dar la circunstancia de que un banco que hasta pocos días antes tuviera un rating sobresaliente acabe por no responder ante sus deudores.
Esta situación no es extraña y se evidenció en la caída del banco de inversión Lehman Brothers. Esta entidad desde el mes de abril empezó a tener una prima de riesgo muy elevada en torno a los 400-600 puntos básicos. Esa circunstancia provocaba que el mercado no se fiara de la solvencia del banco estadounidense y le resultara más complicado obtener financiación. Sin embargo, las agencias de calificación no rebajaron el rating y el banco acabó quebrando en septiembre.
Este hecho evidencia que la credibilidad de estas entidades se esté poniendo en tela de juicio. No hay que olvidar, que las agencias de rating no dejan de ser empresas que tratan de obtener los máximos beneficios y que responden a los intereses de sus accionistas. De esta manera, los informes que presentan tienen que ser tratados con mucha cautela.
Por todo ello, en el marco de las reuniones del G-20 se deberían poner las bases para la creación de agencias calificadoras independientes, que dependan de los órganos de gobernanza económica mundial: Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial.