Me ha parecido interesante realizar un análisis sobre las drásticas reducciones del gasto público que se están viviendo en el seno de los países miembro de la Unión Europea.
Abanderados por Alemania, toda la UE ha emprendido una serie de “tijeretazos” que lejos de su objetivo, pueden perjudicar la débil recuperación de la economía comunitaria.
Me explico, para entender como va a influir el gasto público en una economía tenemos que analizar su estructura, esto es, cómo se compone. Hay muchas formas de estudiar el PIB, pero nosotros nos centraremos en la siguiente:
Y: Consumo + Inversión + Gasto Público + Exportaciones – Importaciones
Analicemos cada uno de estos elementos.
En primer lugar, el Consumo se ha debilitado debido a la reducción de la renta disponible, a la incertidumbre y a la falta de confianza. Esta primera variable es vital, puesto que, suele representar al menos el 60 % del PIB de los países desarrollados.
En segundo lugar, tenemos la inversión que dada la restricción existente al crédito no se encuentra en su mejor momento.
En tercer lugar, hay que mencionar el saldo Exportaciones menos importaciones. Esta variable depende mucho del país que analicemos. Por ejemplo, España es un país básicamente importador por lo que su saldo suele ser negativo.
En cuarto lugar, hablemos del gasto público. Si hemos analizado que dadas las circunstancias el resto de variables que componen la economía no se encuentran en su mejor momento, cabría preguntarse si es lógica la drástica reducción de gasto público. Parecería más acertado mantener los estímulos públicos para lograr que la demanda privada se recupere e impulse la economía.
Pero mirémoslo de otro lado, el fin de toda política económica tiene que ser el crecimiento económico y del empleo. Pues bien, uno de los medios para asegurar el crecimiento es el control del déficit público, pero repito es un medio no el fin. Es decir, es una variable más a tener en cuenta pero no hay que olvidar el resto, ya que dicha reducción puede agravar la debilidad del resto.
De nada nos sirve mantener un déficit público moderado si no impulsamos la demanda privada. Al final, tendremos un cuadro macroeconómico equilibrado pero la tasa de paro y de crecimiento de la economía serán negativas. Este hecho se agrava en España, donde no se genera empleo hasta que la economía crece por encima del 3 %.
Por todo ello, la UE e instituciones financieras como el FMI se equivocan al confundir medios con fines, circunstancia que lejos de permitir la recuperación económica puede llevar a una larga y complicada depresión. No se trata de obviar la deuda pública ni el déficit que la ocasiona, se trata de que es precipitada la reducción. Este corolario lo podemos ilustrar con un ejemplo más grafico: imaginemos un individuo que tiene un fractura en su pierna, el fin es que esta persona vuelva a andar, y uno de los medios es que poco a poco comience a caminar sin muletas. Todos estamos de acuerdo en que hasta que el hueso no se haya recuperado totalmente no hay que retirar las muletas, puesto que si no el hueso podría volver a fracturarse ¿verdad? Pues lo mismo sucede con los estímulos públicos a la economía.