Mucha polémica ha creado la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2016. Desde la oposición al Gobierno, se aduce que se debería haber pospuesto dicha elaboración hasta después de las elecciones generales para dar margen al nuevo gobierno.
Dicho esto, nuestro propósito en esta ocasión es analizar la realidad de los presupuestos elaborados por el equipo del ministro Montoro. A grandes rasgos, los PGE se basan en un contexto económico prácticamente de bonanza económica y expansión. Muy optimista resulta el Gobierno cuando las dudas del crecimiento de la economía mundial reflejadas en la situación en China pueden acabar afectando a nuestra economía. Además, presentar una situación de expansión económica es irreal cuando la tasa de desempleo sigue por encima del 20 % o si tenemos en cuenta que las tasas de desigualdad y de personas en situación de pobreza grave han experimentado un incremento relevante en estos años de austeridad.
Poco podemos analizar sobre estos dos últimos puntos en el en presupuesto, ya que no se vislumbra política específica para luchar contra estos dos problemas. Por el lado del desempleo, el gobierno prevé tener que dedicar un 20 % menos. Demasiado positivo es el escenario donde se mueve el gobierno, pero lo más grave es que enmascara una situación en la que muchos desempleados se quedarán sin prestación. Debería repasar el ministro Montoro los datos y ver que la tasa de cobertura del desempleo se sitúa en el 55.7 % lo que supone volver a niveles de 2001. ¿Cuál es el plan del Gobierno para estos desempleados? Viendo los presupuestos se puede decir que es inexistente. Se puede querer obviar la situación y pretender vender una recuperación muy débil a bombo y platillo, pero la cruda realidad es que un porcentaje de la población muy relevante lo sigue pasando mal y el Ejecutivo prefiere mirar para otro lado.
Por lo demás, en el apartado gastos destaca un guiño social al subir la partida para los mismos un 3.8 %. Concretamente, sanidad 3.6 % y educación un 9.3 %. Sin embargo, deberíamos recordar los tijeretazos que en estos años el equipo de Rajoy ha realizado sobre estas dos materias. De esta manera, esta situación deberíamos enmarcarla en el contexto electoral que vive nuestro país y en el maquillaje que busca el partido del gobierno para promocionar que la economía ha mejorado. Si de verdad se apuesta por un Estado de Bienestar real y que satisfaga las necesidades de los ciudadanos se habría omitido el recorte de los años anteriores.
Mención aparte merecen las cifras en investigación y desarrollo que se incrementan en un pírrico 2.2%. ¿De verdad hay un plan de crecimiento a largo plazo con estos datos? Rajoy y su equipo parecen decididos a que nuestro país se dedique a hacer productos baratos. Sin embargo, el recorte de salarios y beneficios no es suficiente si queremos tener una economía competitiva. Es momento de un plan serio en el que se mejore la inversión pública en este punto para dotar de valor añadido a nuestra producción.
Pero lejos de los gastos, el presupuesto parece de ficción si nos remitimos a los ingresos previstos para 2016. Montoro y Rajoy han destacado en esta legislatura por no acertar demasiado en este apartado y desde 2011 no han cumplido con el volumen de ingresos que habían previsto. En cualquier caso, los datos para 2016 lejos de apartarse de esta tendencia la acentúan. El mejor ejemplo lo encontramos en los niveles de ingresos previstos para la Seguridad Social. El Gobierno ha previsto en los presupuestos que las afiliaciones a la Seguridad Social crecerán en 2016 un 6.5 %. Este dato es muy discutible si atendemos a la situación que vivimos en 2015 donde en los cinco primeros meses del año se han incrementado en 1 %. Si suponemos que en 2016 el ritmo de creación de empleo será similar al de 2015 parece claro que no llegaremos a las cifras que manejan desde Moncloa. El resultado de todo ello es que el presupuesto de la Seguridad Social se tambalea. La hucha de las pensiones no ha dejado de descender desde 2011 y el Gobierno se ve obligado a acudir a ella cada vez que hay que hacer frente al pago de la paga extra de los pensionistas. A Montoro y Rajoy les gusta mucho referirse a la herencia de Zapatero, pero en este caso parecen no acordarse del margen que les dejó el gobierno anterior y que ellos no han sabido gestionar. Además, la errante política de bonificaciones sociales y tarifa plana tampoco ayuda a mejorar las cuentas y el Gobierno ya se ha visto obligado a dejar caer que quizá habrá que sostener las pensiones con cargo a los impuestos.
Con todo, no acusaremos al Gobierno desde estas líneas de elaborar un presupuesto electoralista, pues todos sus antecesores lo hicieron. Sin embargo, queda patente que Rajoy y su equipo viven en un mundo paralelo al del resto de ciudadanos. Estos presupuestos son irreales porque omiten los problemas de la economía española y no cumplirán con las exigencias que desde Bruselas se impondrán al nuevo Gobierno para respetar los objetivos de déficit. Pero ya saben como diría Montoro esto son “mandangas” y somos unos antipatriotas.