Poco a poco la emergencia sanitaria va dejando paso a una nueva crisis de marcado tinte económico. Las consecuencias del confinamiento dejan un incremento de las tasas de desempleo en todas las economías de nuestro entorno y una caída del crecimiento económico sin precedentes. Sin embargo, no todos los países van a sufrir la crisis de la misma manera y, sobre todo, la recuperación puede no llegar con la misma rapidez y profundidad a todos los países. En este sentido, hoy nos proponemos revisar las principales razones que motivan que nuestro país esté en una situación más precaria que el resto de economías de nuestro entorno y sea visto por los grandes medios especializados como una de las potencias con mayor grado de vulnerabilidad ante las consecuencias económicas de La Gran Reclusión
La situación de las finanzas públicas
El primer factor que tenemos que analizar es que la salud de nuestras finanzas públicas es más precaria que la del resto de países de nuestro entorno. Como decíamos la semana pasada, España no dispone de un colchón fiscal para utilizar en épocas de shocks económicos. Nuestra respuesta tras la recuperación de la Gran Recesión fue bajar impuestos y olvidarnos de sanear las finanzas públicas. El resultado es que el déficit estructural español seguía en tasas negativas antes del inicio de la emergencia sanitaria. Igualmente, los niveles de deuda pública se han mantenido en el 100 % del PIB desde el fin de la última crisis económica. Ni el anterior gobierno, ni el actual han sabido reaccionar ante este punto y ahora la capacidad del sector público español es inferior a la del resto de nuestros socios. A falta de la respuesta europea, el estimulo fiscal en España se ha quedado en el 1.2 % del PIB, lejos del 4.4 % alemán o del 10 % japonés. Eso no nos deja mucho margen de maniobra y condiciona nuestra capacidad para salir de la crisis a los posibles planes de estímulo europeos.
Un modelo productivo muy terciarizado.
En el modelo productivo español el sector servicios tiene un papel muy predominante. Desde hace décadas el peso del sector industrial en la economía española se ha ido diluyendo y nuestro pilar productivo fundamental se centra en el turismo, que a su vez es nuestra mejor exportación. Esta condicionalidad hacia el turismo en un entorno donde las fronteras se han cerrado por completo y las perspectivas de recuperar los viajes internacionales no son muy esperanzadoras en el corto plazo, nos dejan en una situación que agrava nuestra vulnerabilidad. La demanda interna debería ayudar al sector turístico, pero de ningún modo podrá recuperar el gap por la falta del turismo internacional. Eso provoca que el impacto en la pérdida de puestos de trabajo relacionados con las actividades turísticas y la inestabilidad de los negocios de este sector puedan verse en una situación difícil durante los próximos meses. De otro lado, será fundamental que las empresas del propio sector servicios ahonden en la capacidad de trabajar en remoto para poder seguir ofreciendo sus servicios y no detener su actividad. Es cierto, que el parón económico lastrará la actividad de algunos sectores, pero deberíamos estar preparados desde el punto de vista tecnológico para evitar que este punto pudiera suponer un problema adicional.
Un tejido empresarial marcado por las pequeñas y medianas empresas.
Este punto es uno de los principales problemas económicos de nuestro país, pero del que casi nadie suele acordarse. Nuestras empresas son pequeñas y medianas por definición y nuestro número de grandes compañías no es relevante. Esta característica del sector empresarial español lleva a que las firmas sean mucho más débiles ante cualquier shock económico. La capacidad de obtener liquidez y la diversificación de la actividad no son factores que caractericen a las PYMEs por lo que cualquier problema económico puede llevar a la destrucción de puestos trabajo o al cierre de negocios. Deberíamos aprender en esta ocasión de la necesidad de apostar por alianzas empresariales y grupos más fuertes que ayuden a sostener los negocios en los momentos de precariedad económica. Otro aspecto fundamental en este sentido es la gestión financiera de nuestras empresas. La emergencia sanitaria ha demostrado que las firmas españolas son especialmente débiles en este aspecto que no sólo afecta a pequeños negocios, sino también a compañías de un tamaño mayor. Deberíamos tomarlo como lección aprendida para el futuro. Es importante dedicar tiempo a este punto cuando se gestiona un negocio y garantizar líneas de liquidez que ayuden a responder ante cualquier problema. No parece que tenga mucho sentido que muchas compañías no puedan aguantar ni siquiera un mes sin ingresos. Algo hemos hecho mal en este punto, no sólo desde el lado empresarial, sino probablemente también desde las entidades financieras que no han facilitado mucho este aspecto.
Existen otros aspectos que pueden ayudar a explicar nuestra vulnerabilidad, pero estos tres sobresalen sobre el resto. Obviamente, no deberíamos desechar que nuestra economía presenta a su vez fortalezas y su capacidad para reinventarse está fuera de dudas. Fundamentalmente por su principal activo, el capital humano. Apostemos esta vez por potenciarlo. No obstante, si queremos salir fuertes de esta crisis deberíamos tener en cuenta nuestras debilidades y diseñar un plan para gestionarlas. Sigamos adelante.
[…] de este tipo de medidas va a depender de la situación financiera y del músculo de cada estado. Ya hemos hablado en estas páginas de que países como España se sitúan en una situación muy diferente a Alemania debido a la […]