En economía, solemos definir la inflación como el aumento de los precios y servicios en un determinado periodo de tiempo. Seguro que a cualquier lector interesado por la información económica le suena este concepto. Nuestro objetivo hoy, es analizar cómo la inflación afecta a ciertos aspectos de nuestra vida diaria y lo importante que es tenerla en cuenta para que nadie nos lleve hacia ninguna equivocación.
En primer lugar, vamos a comenzar explicando cómo se mide la inflación. Esto es, una vez que sabemos en qué consiste necesitamos cuantificarla para ver sus efectos. Normalmente se realiza con cestas tipo de bienes y servicios. Seguro que les suena el IPC ¿verdad? Pues este índice no es más que un conjunto de bienes y servicios ponderados sobre los que se realiza un estudio para cuantificar la inflación.
A partir del mismo, se van a tomar decisiones muy importantes, por ejemplo subidas de salarios o revalorización de las pensiones. Incluso nos va ayudar a saber si cuando depositamos ahorros en el banco estamos ganando o perdiendo. Lo mismo sucede con nuestras deudas, porque la inflación también afecta a la cantidad que debemos devolver por ejemplo por la hipoteca de nuestra casa.
La inflación es un componente muy importante en la economía y suele ser utilizada o incluso ocultada en la política económica por los distintos gobiernos. Por ejemplo, imaginen la reciente reforma de las pensiones. El Gobierno de España argumenta que las pensiones se van a revalorizar un 0.25 % el año que viene. Cualquier pensionista podría decir, “bueno es muy poco, pero voy a ganar más que el año pasado”. Y sí, es verdad, pero ¿Qué ocurre con su poder adquisitivo? Para ello tenemos que ver cómo evolucionan los precios. Imaginen que la inflación es moderada y se sitúa en torno al 2 %. Si tenemos en cuenta este dato y lo comparamos con la subida de las pensiones, observaremos que en realidad el pensionista de nuestro ejemplo será más pobre el año que viene. Pero es más, cuando hablábamos anteriormente del IPC decíamos que está representado por una cesta tipo de bienes y servicios. Esto significa que esta cesta varía para cada individuo, en cuyo caso deberíamos ver cómo han evolucionado los bienes más representativos que suele adquirir nuestro pensionista. Con ello, puede resultar que en realidad sea menos pobre que si su cesta de bienes fuera como la del IPC, o por el contario, la pérdida de poder adquisitivo fuera aún más grave. Este es un aspecto importante a la hora de sacar conclusiones sobre una medida gubernamental.
Pero este no es el único ejemplo. Hay momentos en los que la inflación es positiva para nuestros intereses. Imaginemos que hemos comprado una casa y debemos pagar al banco un 1.5 % de intereses anuales. Si atendemos al dato de la inflación diríamos, bueno en realidad me sale rentable ser deudor, ya que mi deuda se va reduciendo automáticamente conforme pasa el tiempo. Este supuesto efecto positivo puede convertirse en un arma de doble filo, ya que si nos descuidamos, podemos endeudarnos demasiado y si el tipo que tengo que devolver al banco cambia y supera a la inflación tendré el efecto contrario. Es lo que sucedió en España con la burbuja inmobiliaria, salía mucho más rentable endeudarse por los bajos tipos y la tasa de inflación existente. Sin embargo, cuando la economía se dio la vuelta y se produjeron consecuencias graves por todos conocidas.
Como hemos visto, la inflación es una variable que nos puede sonar a problema de los economistas. Y es verdad, los economistas viven obsesionados con la inflación y llevan debatiendo sobre ella ya unos cuantos siglos. Sin embargo, afecta a cada individuo que interviene en la economía y debería ser tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones o de juzgar las medidas de política económica.