Llevamos unas semanas inmersos en el debate sobre cuál debe ser la metodología utilizada en el segundo rescate a Grecia. Una vez concluido que el país heleno no podrá hacer frente a sus obligaciones venideras, sus socios europeos se plantean distintas soluciones. Todas ellas siguen el esquema de las restricciones fiscales, es decir los tan conocidos como recortes en el gasto y subidas de impuestos. Sin embargo, a raíz de este tema me he planteado donde reside el error que ha provocado la Crisis de la Deuda Soberana. Esto es, ¿Qué se ha hecho mal? ¿La política fiscal, o la política monetaria?
Normalmente, un Estado puede influir en la economía de dos formas. Por un lado, puede subir o bajar los impuestos. De igual modo, puede gastar más o menos según sus planes. Estas situaciones son lo que se conoce como política fiscal y las que pueden dar lugar al superávit y por tanto ahorro. De otro lado, si existieran desequilibrios darían lugar a déficit y deuda. Esta última situación nos suena bastante. Si cogemos la prensa las noticias se centran en el techo de gasto, los métodos para reducir el déficit o el incremento de la deuda de los distintos países.
Por otro lado, los Estados pueden influir en la economía a través de la política monetaria. Se puede aumentar el precio del dinero o bajarlo y esto influye en aspectos como el endeudamiento o la inversión de todos los agentes (públicos y privados). La política monetaria es competencia de los Bancos Centrales, que son más o menos independientes según en el lugar del mundo donde nos situemos. Si cogemos Europa, nos daremos cuenta que la política monetaria reside en el Banco Central Europeo, por lo que los distintos Estados tienen poco o nada que decir al respecto. Este ente tiene como objetivo central la estabilidad de los precios, pero ¿Qué sucede con el empleo?
Una vez explicados estos dos conceptos, tenemos que preguntarnos si fueron las políticas fiscales, o las políticas monetarias las que causaron la crisis. Para responder a esta cuestión, haremos referencia a la situación del balance fiscal previo a la crisis en un país como España. Antes de las elecciones de 2008, España tenía un superávit del 4 %, si han leído bien SUPERAVIT, y una deuda pública en torno al 34 %. Sin embargo, con el estallido de la crisis subprime y su contagio global pasamos a tasas de desempleo del 20 % y un déficit deuda pública muy superiores, 11 y 60 % respectivamente.
De esta manera, si atendemos a los datos la política fiscal no fue causante de la crisis. ¿Dónde estuvo el problema? En la política monetaria. Los bancos centrales se centraron exclusivamente en la estabilidad de los precios y provocaron que en ciertos momentos resultara demasiado barato pedir prestado. Las consecuencias de tal abaratamiento del crédito las conocemos todos, y es ahí donde reside el error.
Por tanto, aun siendo comprensible que se lleven a cabo medidas de austeridad, debido a la magnitud del déficit, la austeridad de los gobiernos no ayuda a salir de una situación que presenta una gran debilidad en el consumo interno, en la inversión y en las exportaciones. Quiere decirse, que meter la tijera sin control únicamente va a agravar el problema. Volviendo al inicio del artículo, cuando hablábamos de Grecia deberíamos preguntarnos ¿Cómo va a pagar Grecia sus deudas sin crecimiento económico? Si los socios europeos siguen ahogando la economía griega, el problema será aun mayor.