Normalmente cuando se analiza la respuesta que los gobiernos dieron a la Gran Recesión se suele decir que resultó una oportunidad perdida para repensar el paradigma sobre el que asentar la política económica de los Estados. Sin embargo, a pesar de continuar en medio de la Gran Reclusión, si que estamos en disposición de decir que en esta ocasión es diferente y estamos ante un cambio de era.
Habitualmente estos cambios se producen una vez por generación. Por ejemplo en los 70 se cambió el modelo pasando del keynesianismo a modelo de Milton Friedman sustentado en la austeridad. Lo mismo ocurrió en los 90 cuando la política montería que normalmente ejercían los Estados se fue delegando poco a poco en Bancos Centrales teóricamente más independientes.
En esta ocasión volvemos a estar en momento de cambio profundo en la forma de utilizar la macroeconomía para hacer política económica que podríamos decir se caracteriza por cuatro aspectos:
Importante incremento de los niveles de deuda pública.
La situación de los mercados financieros y la propia necesidad de aumentar los niveles de gasto público ha provocado que los niveles de deuda se hayan incrementado enormemente durante este año 2020. Organismos como el FMI predicen que las economías más avanzadas llegarán a tomar prestado en torno al 17 % de su PIB para permitir financiar el gasto directo derivado de la pandemia, mantener la economía funcionando o financiar aplazamientos y reducciónes de impuestos.
Los bancos centrales actúan abiertamente a través de mecanismos de “creación de dinero”.
No me gustaría entrar en tecnicismos, pero lo que es cierto es que los Bancos Centrales están actuando a través de mecanismos de “creación de dinero” que es utilizado para financiar no sólo deuda soberana, sino en algunos casos también deuda corporativa. Si atendemos a los datos del área conformada por la Eurozona, UK, USA y Japón podemos comprobar que durante este año se han puesto en marcha programas de compra de deuda por valor de 3.7 billones (europeos) de dólares. Esta circunstancia facilita la financiación de deuda soberana al reducirse los intereses que vienen pagando los Estados favoreciendo el incremento de dicha deuda que comentábamos en el punto anterior.
Nuevo rol del Estado que actúa directamente en la economía.
Los Estados han pasado a desempeñar un nuevo rol activo en la economía. A raíz de la pandemia muchos gobiernos han pasado a financiar la compra de bonos de empresas estratégicas en su economía o directamente han comenzado a participar en su capital social. Esto supone un verdadero cambio de modelo donde hasta ahora esta acción era muy limitada y siempre se observaba con cierta reticencia. De hecho, este tipo de programas no sólo han buscado apoyar a empresas estratégicas, sino que en muchos casos se han utilizado para apoyar a pequeñas y medianas empresas en cada país.
Bajos niveles de inflación.
Nada de esto podría ser llevado a cabo si no estuviéramos en un entorno económico caracterizado por una baja inflación. De hecho, en algunos países estamos observando tasas de incremento de los precios negativas derivadas por la drástica reducción del consumo. Esta situación favorece la acción de los Bancos Centrales e implica que no se percibe como necesario en el medio plazo una reducción de dicha intervención.
El nuevo paradigma económico no es sólo resultado de la respuesta a la pandemia, sino que supone un cambio de modelo que se asentará probablemente durante algunas décadas. Este cambio en la forma habitual de ejercer la política económica presenta muchas oportunidades para asegurar el crecimiento futuro, pero también implica innumerables riesgos.
Del lado de las oportunidades, la acción directa del Estado y las buenas condiciones de financiación de la deuda van a permitir la posibilidad de creación o renovación de infraestructuras a un coste muy atractivo. Igualmente, los gobiernos van a tener la ocasión de financiar y adaptar sus modelos económicos a la transformación digital y al reto del cambio climático robusteciendo y adaptando sus modelos productivos. Por otra parte, ni que decir tiene, que esta situación va a permitir asegurar un gasto suficiente en modelos de salud pública y de investigación que el propio reto sanitario ha demostrado como imprescindibles.
Sin embargo, también deberíamos considerar ciertos riesgos. El principal (aunque a priori no muy probable) es que los niveles de inflación se incrementen de forma rápida y considerable. Esto implicaría que la acción de los Bancos Centrales tuviera que adaptarse para luchar contra la inflación incrementando los intereses a pagar en los programas de deuda que hemos comentado. No obstante, con una situación caracterizada por unos níveles de consumo muy bajos no se trata de un hecho muy probable, pero si que se debería tener en cuenta de cara a la gestión de los programas y niveles de endeudamiento.
Por otro lado, se nos presenta un problema importante de riesgo moral. El rol activo de los Estados implica que los gobiernos podrían decidir arbitrariamente qué empresas sobreviven o no y a qué trabajadores se les garantiza la protección para volver a los niveles pre-pandemia. Esto supone un aspecto muy importante que las economías avanzadas deben saber gestionar. Deben implementarse modelos lo suficientemente transparentes y sustentados en criterios objetivos que impidan la acción lobbistica de organizaciones empresariales o sindicales. No deberíamos aceptar en ningún caso que el rol activo del Estado se convierta en arbitrario y favorezca a empresas o trabajadores por criterios diferentes a aquellos que aseguren el progreso conjunto de la economía. Modificando el slogan de algún gobierno cercano no se trata tanto de no dejar a nadie atrás, sino más bien de no dejar a aquel que no se lo merece. Financiar malas gestiones o modelos obsoletos no debería aceptarse en ningún caso.
Como vemos, el punto clave en el nuevo paradigma económico y el principal reto al que se enfrentan las economías más desarrolladas es asegurar que la economía vuelva a funcionar con ese pequeño empujón que en estas circunstancias sólo puede ofrecer el músculo de los gobiernos. ¿Asegurará el bienestar de las economías las nueva era del free money? Veremos.