Estamos a punto de finalizar el año 2011 y nos ha parecido interesante realizar un análisis sobre la evolución de la política económica en Alcázar de San Juan tras el cambio político producido el 22 de mayo.
Hace varios meses recogimos los esbozos del programa económico del primer edil alcazareño, Diego Ortega, que se resumía en bajadas de impuestos para incentivar la creación de empleo. Casi siete meses más tarde, es momento de comprobar los primeros resultados de la política económica.
En materia de empleo, la ciudad de Alcázar ha visto incrementado el número de parados hasta los 3199 (datos de octubre de 2011 de paro registrado). Es cierto que esta tendencia se repite a lo largo y ancho de nuestro país, sin embargo, en campaña electoral el alcalde Diego Ortega aseguró que bajando los impuestos se incrementarían los puestos de trabajo. Ante esta aseveración, ya analizamos en estas páginas que desde el punto de vista local la acción favorecedora del empleo era limitada, y más aún si se pretendía impulsar con bajadas de tributos. No obstante, podríamos analizar los programas de empleo alcazareños, pero desde el 22 de mayo han caído en desuso y prácticamente han desaparecido. Medidas innovadoras como el programa de apoyo a los emprendedores menores de 35 años donde se les ayudaba con las tasas administrativas, e incluso el ayuntamiento se comprometía a contratarlos para apoyar su actividad en los primeros meses de vida, han desaparecido. Del mismo modo, los planes de empleo se han visto reducidos y muchos de ellos han sufrido retrasos difíciles de explicar. Los resultados observados son que Alcázar ha pasado de ser una ciudad que innovaba con respecto a las políticas locales de empleo a la parálisis total.
Por otro lado, la materia impositiva merece un comentario especial. El equipo de gobierno se comprometió a aliviar la presión fiscal de los ciudadanos de Alcázar, y meses después sólo hemos conocido que las tasas de los comedores de los colegios municipales se han incrementado. El argumento fue que esa subida venía supeditada a una imposición de la Junta de Castilla la Mancha, no obstante, el Ayuntamiento tenía capacidad para haberla congelado. En cuanto al IBI, principal recurso financiero del Consistorio, deberemos esperar a la presentación del presupuesto anual para comprobar qué sucede.
En cuanto a los ingresos, el Ayuntamiento de Alcázar ha renunciado a ingresar cantidades económicas que le hubieran correspondido. Por ejemplo:
- La concesión del bar de la Plaza de Toros se ha realizado este año por una cantidad sustancialmente más baja que en ejercicios anteriores
- la concesión del baile del vermú en la Feria y Fiestas fue otorgada por cantidades inferiores a las tradicionales a cambio de que se comprometieran a establecer precios populares para los vecinos. Sin embargo, el resultado fue que el Ayuntamiento ingresó menos, y los ciudadanos se enfrentaron a precios más altos que otros años.
Dejamos capítulo a parte para el mercado popular de flores. En una medida caracterizada por su proteccionismo para con los floristas locales, el equipo de gobierno renunció al ingreso de los 6000 euros que se venían recaudando por el establecimiento de dicho mercado. El lobby florista convenció al alcalde para que prohibiera su instalación perjudicando las arcas municiapales y al conjunto de ciudadanos. Esta medida es ciertamente paradigmática, puesto que el equipo de gobierno forma parte de un partido político que enarbola la bandera del liberalismo económico. Por tanto, resultó ser incoherente con su ideario y poco racional si de lo que se trata es de representar el interés general de todos los vecinos, y no sólo el de ciertos colectivos.
Los resultados, como se puede comprobar, son que no sólo no se bajaron los impuestos, sino que además se ha venido renunciando a ingresos que se venían obteniendo. Esta política, en un contexto donde la financiación local es cada día más complicada debido a la crisis económica, no se puede entender.
Llegados a este punto, se puede decir que la política económica del equipo de gobierno en Alcázar está siendo precipitada. De hecho, a veces parece que los nuevos responsables andan más preocupados de hacer oposición a la oposición que por poner en marcha un proyecto de ciudad. Diego Ortega y su equipo deberían darse cuenta que tienen la responsabilidad y la oportunidad de gobernar, y su obligación es aprovecharla. Así pues, la recomendación que podemos realizar al alcalde es que se olvide de los ataques personales a la oposición y de las presiones de su socio de gobierno, y establezca una estrategia para la ciudad. Su objetivo para 2012 tendría que ser la elaboración de dicho plan y poner las bases para su cumplimiento. Alcázar de San Juan seguro que se lo agradece, puesto que en estos momento ya no vale sólo con pasar la palabra.