Con la entrada del nuevo año nos encontramos ante la penultima etapa de la crisis de deuda pública en Europa. En esta ocasión, el país que se situa en el centro del huracan especulador es nuestro vecino Portugal, con las consiguientes consecuencias para España que es uno de sus principales acreedores.
En este contexto, me ha parecido interesante acercaros un instrumento financiero que saltó a la palestra con el rescate irlandes. Se trata de los Eurobonos, que pordíamos definirlos como títulos de deuda pública, colocada en un país diferente a aquel cuya moneda se utiliza como referencia en la emisión. Además tiene la particularidad de que la emisión, no está sujeta al control de cambios del país emisor ni al del país cuya moneda se utiliza.
Entre las ventajas que presenta la creación del eurobono y la consiguiente Agencia Europea de Deuda encargada de su emisión hay que reseñar las siguientes:
1. Se lanzaría un mensaje de confianza a los mercados financieros obteniendo una moneda europea fuerte acabándose con el riesgo de desaparición del sistema de moneda única europeo.
2. Los países atacados por la especulación del mercado verían reducido el coste de emitir deuda.
3. Se optimizaría la regulación del mercado de deuda pública europea
Sin embargo, este instrumento no es beneficioso para todos, al menos a priori. Me explico, si se creara un mercado de bonos europeos los países más solventes verían incrementado el coste de su deuda pública. Esto es así, en tanto con el nuevo instrumento el riesgo europeo se prorratearía de forma que países como Alemania verían incrementado el coste de su financiación, y otros como Grecia o Irlanda lo verían reducido. Hay que decir, que la rentabilidad giraría en torno al 4 %. Se puede llegar a este cálculo de la siguiente forma: El bono español a 10 años cotiza en torno al 5,5%, mientras que el bono alemán en idéntico plazo se encuentra al 3,02. Haciendo economía ficción, el eurobono situaría su rentabilidad en un 4%.
Otro de los inconvenientes es la pérdida de soberanía económica. Concretamente, un instrumento de dichas características exigiría que a la hora de pedir un crédito un Estado miembro tuviera que recibir el consentimiento de los demás, pues todos están compartiendo los riesgos. Hay que tener en cuenta, que en el Pacto de Estabilidad ya se pusieron ciertas directrices que limitaban la soberanía de los Estados al exigirse un déficit como máximo del 3 % y un porcentaje de deuda pública como máximo del 60 %. Sin embargo, la implantación del eurobono exigiría mucho más, ya que los excesos de algún Estado perjudicarían directamente al resto viendo restringidas sus necesidades de financiación y aumentado el coste de la misma.
De otro lado, hay que hacer referencia al rating que presentarían los eurobonos. Esta no es cuestión baladí, en tanto se están conjugando países solventes como Alemania con otros que han llegado a falsear su contabilidad como Grecia. A pesar de esta cuestión, parece que teniendo en cuenta el Plan de Estabilidad Financiera propuesto por la Eurozona la calificación más lógica sería AAA (la más solvente).
Como observamos, se trata de un proyecto complejo y que a pesar de sus ventajas presenta ciertas dudas. De hecho, Francia y Alemania han expresado su rechazo a la creación un mercado único de deuda europea. Sin embargo, estos países deberían tener en cuenta que quizá sea mejor pagar un precio algo mayor por la financiación. De esta manera, se evitaría pagar rescates como el griego o el irlandés.